Bandera argentina

Repetundis… y santo remedio

Yo no sé vos, pero yo estoy harto,…

…harto de escuchar desde hace cincuenta años las mismas mentiras pronunciadas por los mismos parásitos que viviendo a costilla nuestra se esmeran en demostrar de que son capaces de sacarnos airosos del desastre en el que ellos mismos nos metieron.

Miles de comentarios emitidos al aire por radio y televisión por malabaristas de la palabra, incapaces de demostrar absolutamente nada de lo que dicen, refugiándose en licenciaturas y títulos que sugieren estar avalados por una supuesta maestría, otorgada en un curso acelerado y acreditado por vaya uno a saber quién.

Tal vez éste sea un buen momento para poner en marcha algún plan de acción, especialmente tomando en consideración que lo deberíamos haber hecho hace tiempo para no encontrarnos en la situación actual, un país en acelerada carrera barranca abajo en casi todos los órdenes de la vida.

El arma legítima que tenemos a nuestra disposición es la protesta. Múltiples son los estilos de protestar. Algunos se abrazan a la violencia desenfrenada y otros, irreflexivamente se dejan embaucar por falsos defensores de nobles causas. Afortunadamente la mayoría de los ciudadanos decentes podemos optar por protestar sin violencia, practicando resistencia cívica activa frente a la corrupción generalizada, al abuso de poder y al fracaso incuestionable de la clase política, que está decidida a mantenerse en el poder a como de lugar, escudándose detrás de mal pagados policías, ayudados por periodistas sometidos y jueces involucrados en luchas políticas que nada tiene que ver con el mandato que les impone la ciudadanía.

Cada día somos más los ciudadanos resistentes, los que luchamos sin violencia contra la casta política que pretende representarnos, siendo ésta incapaz de representar los verdaderos intereses del pueblo a quien le suplican el voto.

Es imperativa la lucha sin ejercicio de la violencia. Utilizar la violencia contra el Estado es lo que los políticos querrían para desacreditar cualquier protesta.

Las pocas armas con las que contamos los ciudadanos dentro de la ley son las que debemos usar, y esas armas son el voto y el desprecio público por medio de todas las redes sociales a los responsables de la situación en que nos han sumido, ya sea por acción u omisión. Es una lucha desigual, pero tal vez sea la única alternativa que podamos emplear quienes aspiramos a sentirnos orgullosos de ser argentinos.

Hacen falta ideas frescas…

…no soy muy brillante en estas lides pero una idea que se podría intentar dadas las condiciones actuales, sería denegarle el voto a cualquier candidato a puestos de poder si éste ya ha participado en la función pública en los últimos treinta años, y en segundo lugar se podría hacer una práctica activa y constante demostrando nuestro desprecio por todo aquel que en ejercicio de un cargo público se enriqueció en perjuicio del interés del pueblo que creyó en su honestidad.

Quienes por el transcurso del tiempo hemos juntado años, debemos pedir disculpas por nuestros errores y dar un paso al costado para permitir a las nuevas generaciones poner la fuerza de la juventud que tienen y el futuro que les pertenece al servicio de la sociedad en la que deseen vivir. Lamentablemente deberemos prescindir de aquellos que aun siendo jóvenes y fuertes han sido contaminados por la inmoral corrupción imperante en nuestros días.

No es ésta una propuesta para comenzar todo de cero, sino para que quienes nos sucedan no hereden como si fuera un mandato divino, nuestra falta de talento, y sean ellos quienes decidan qué debe ser cambiado y qué debe permanecer según la utilidad que represente. Por supuesto sería nuestro deber el aconsejar, observar y advertir potenciales errores, pero sin el poder de imponer nada, ya que, lo que está claramente demostrado es la incapacidad de quienes tomaron las decisiones hasta el momento, y la complicidad de la que somos culpables quienes no hemos sido capaces de detenerlos

Quizás, sea éste un momento oportuno para recordar ciertos principios de la vida en democracia, cuando quienes la crearon establecieron los deberes, derechos y obligaciones de un funcionario público.

Los verdaderos protagonistas de lo que vendrá deberían tomar en consideración lo que los artífices de la democracia establecieron como un mecanismo muy simple para evitar que quien ejerciera cargos públicos no se tentara siquiera de defraudar al pueblo que los votó. El mecanismo en cuestión se llamaba “REPETUNDIS”, y una ves en vigencia, santo remedio!!!

NOTA: Espero que les sirva el comentario, pero si no lo fuera y lo consideraran impropio les agradecería me informen el porque. Gracias por la oportunidad de permitirme expresar. Me gusta el sitio y me gusta la propuesta.

Ricky,

Un rebelde con causa.

2 comentarios en “Repetundis… y santo remedio”

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